Durante un montón de años fui una fumadora empedernida. Lo fui desde el primer cigarro. Lo mío con el tabaco debió ser un flechazo, porque no hubo la progresión lógica de empezar a fumar los fines de semana y luego ir cayendo más y más. No no, yo empecé en serio desde el primer día, de 0 a 100 en un milisegundo. Me fumaba un cigarro tras otro, contaba los minutos que quedaban de clase para poder salir a fumar entre una y otra, me espantaban los viajes largos sin paradas para fumar. Era una esclava del humo y me estaba convirtiendo en ceniza. Hasta que un día, hace ya más de 11 años, miré el paquete de Nobel al salir de un examen de Fisiología Vegetal, lo espachurré y lo tiré a la papelera. Y hasta hoy :)
Con este historial, las cenizas para mí eran, obviamente, tabaco, y la foto de esta semana tenía que ser un recordatorio de cuando, estúpidamente, me incineraba. Podéis ver todos los trabajos de mis compañeros de reto pinchando aquí.
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