"Nueva vida" tiene mucha historia detrás. Hace algo más de 11 años, trabajé durante unos meses en una tienda de animales. Aprendí muchísimo allí, casi todo negativo, sobre todo a estar totalmente en contra de su existencia. Pero no me llevé sólo lecciones, también amigos de todas las especies. Entre todas las jaulas, había una a la que nadie quería acercarse; estaba sucia, descuidada y habitada por un loro aterrorizado y muy agresivo. Si te acercabas, se lanzaba a picarte a través de los barrotes y gritaba como un loco. El resto del tiempo lo pasaba en el rincón de la jaula más pegado a la pared. Me dio mucha pena y decidí que mi prioridad iba a ser socializarle un poco para que algún día alguien quisiese llevárselo a casa y darle una vida feliz. Con paciencia y tiempo fui consiguiendo que me dejase acercarme, pude mantener su jaula limpia, cambié su alimentación y empezó a confiar un poquito en mí. Ya era como el resto de animales que había en la tienda, pero yo seguí dedicándome a él. Tras muchos picotazos, empezó a aceptar pipas de mi mano ( "toma, un pipo, cariño") y la gente empezó a interesarse por el loro simpático. Cada día que libraba me quedaba en casa sufriendo por si alguien se llevaba a "pipo", hasta que un día fui consciente de que no podía vivir sin aquel bichejo y me lo traje a casa. Así, sin preguntar ni pedir permiso a mi familia, de cabeza, como las mejores cosas que he hecho en mi vida. Recuerdo que pensé que me iba a arrancar las manos cuando las metiese en la jaula en la que estaba para cambiarlo a la diminutez que me había prestado para poder llevármelo. Pero no, se dejó coger como sabiendo que todo aquello era para bien. Llegamos a casa y le instalé en mi habitación. El primer día, a pesar de tener la puerta abierta, no se atrevió a salir. El segundo día, salió, trepó hasta lo alto de la jaula, y voló directo a mi cabeza. Me eligió a mí y eso me emocionó tanto que no lo olvidaré jamás. Dejó la muerte en vida que era aquella jaula y vino directo hacia su nuevo hogar: yo. Os dejo aquí esas imágenes que, afortunadamente, tengo bien atesoradas. :) Desde entonces, es todo lo libre que puede ser un loro que no vive en la naturaleza. Es el amo de la casa y tiene una jaula abierta día y noche, a la que no entra ni por equivocación. Ni falta que hace.
Y de todo ésto va la foto de esta semana. No estoy del todo satisfecha con cómo se ve, porque Photoshop se ha cargado el archivo que tenía trabajadísimo y he tenido que empezar de cero, bastante cabreada y con la cabeza dando guerra. Sin embargo, tiene toda la carga emocional de este mundo. Eso os lo aseguro. No os perdáis los trabajos del resto de compis, aquí.
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