Teniendo en casa a Pickett, era impepinable que me basase en "Fantastic beasts and where to find them".
No es novedad que soy muy fan de la saga de Harry Potter, lo que igual no sabéis es que renegué durante años tras ver la primera película. Mucho tiempo después, me encontré leyendo los libros y, desde entonces, soy una enamorada absoluta del mundo que ha creado J.K.Rowling. Las películas son más un extra visual que, personalmente, sólo disfruto porque conozco toda la historia que hay detrás y que no se cuenta en ellas. Pero luego llegó esta maravilla y me volví loca. Parece hecha para mí: un Hufflepuff un poco empanado que vive por y para ayudar a los animales. No sé vosotros, pero yo no pido más. Bueno, sí, ¡que llegue pronto noviembre y estrenen la siguiente! No os perdáis el resto de trabajos de los compis, aquí.
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A veces, no está tan claro quién es el verdadero monstruo de la historia. Todos podemos serlo en un momento dado. Ya lo decía Nietzsche: "Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti".
Tenía muchas ganas de usar esta máscara, regalo de Fátima Ruiz. <3 Podéis ver los trabajos del resto de compis, como siempre, aquí. Cómo me gustan esos días en los que, sin tenerlo planeado, te escapas y vuelves con unas cuantas fotos chulas, improvisadas, como un regalo. Hacía tiempo que no nos escapábamos Chus y yo, así que lo cogimos con ganas. Salieron unas cuantas fotos "élficas" más para mi colección "Silvana". Aquí os las dejo! Sólo hay una cosa que me guste más que hacer el friki por el campo: hacer fotos mientras hago el friki por el campo.
:) Por las garras de Glaurung! No os hacéis una idea lo que me ha costado la foto de esta semana... El making of ha sido de traca y tampoco ha sido moco de pavo el tiempo de edición hasta que he conseguido algo que, más o menos, me cuadrase. Me gusta, pero no refleja ni de lejos el currazo que lleva detrás. Elegí la lana como hilo ( qué chispa) conductor de la creatividad no sólo porque me guste tejer, sino porque es algo que te permite crear un montón de cosas de la nada. No todo son pinceles, cinceles, cámaras, pianos... Además, la lana me permitía unir todos los "órganos creativos" de nuestro cuerpo. En " Qué sería de la vida sin dragones" he querido tratar el viaje de una idea, desde que nace en nuestro corazón hasta que, pasando por nuestras manos y nuestra cabeza, cobra vida. El dragón era impepinable. Quiero enseñaros un poquito del proceso para conseguir esta foto, que no hubiese sido posible sin Carlos que, a los lápices, puso sobre el papel la idea del dragón que yo tenía en la cabeza y que jamás hubiese sabido dibujar. Mientras él bocetaba, yo fabricaba un mural blanco con folios. Una vez listo, trasladó el dibujo al mural y, cuando estuvo listo, entramos el pegamento, la lana y yo. El resto ya os lo imagináis: un montón de disparos hasta dar con la pose adecuada, otros pocos disparos uniendo las hebras de lana de mi cabeza al dragón y un buen rato de edición.
Me lo he pasado en grande haciéndola, la verdad. Espero que llegue a entenderse bien el camino de la idea y que apreciéis bien que es todo de lana!!! Os dejo un recorte de detalle para que lo podáis ver :) "Larga y lenta fue la marcha de los Eldar hacia el oeste, porque las leguas de la Tierra Media no estaban contadas, y eran fatigosas y sin sendas. Tampoco tenían prisa los Eldar, pues todo lo que veían los maravillaba, y deseaban morar junto a tierras y ríos; y aunque todos estaban dispuestos a seguir adelante, el final del viaje era para muchos más temido que esperado. Por tanto, toda vez que Oromë se alejaba, por tener que cuidar de otros asuntos, se detenían y ya no avanzaban más hasta que él regresaba para guiarlos. Y sucedió al cabo de muchos años de viajar de este modo, que los Eldar se internaron en un bosque y llegaron a un gran río, más ancho que ninguno que hubieran visto antes; y más allá había montañas de cuernos afilados que parecían horadar el reino de las estrellas. Este río, se dice, era el que más tarde se llamó Anduin el Grande, y sirvió siempre de frontera occidental de la Tierra Media. Pero las montañas eran las Hithaeglir, las Torres de la Niebla en los límites de Eriador, más altas y más terribles en aquellos días, y que habían sido levantadas por Melkor para entorpecer las cabalgatas de Oromë. Ahora bien, los Teleri habitaron a lo largo de la orilla oriental del río y quisieron quedarse ahí, pero los Vanyar y los Noldor lo cruzaron y Oromë los condujo por los desfiladeros de las montañas. Y cuando Oromë hubo partido, los Teleri miraron las sombrías alturas y tuvieron miedo. Entonces uno se adelantó de entre el grupo de Olwë, que era siempre el último en el camino; y se llamaba Lenwë. Abandonó la marcha hacia el oeste y arrastró consigo a muchos que avanzaron hacia el sur junto al gran río, y los otros no supieron nada de ellos hasta después de muchos años. Ellos fueron los Nandor; y se convirtieron en un pueblo aparte, que no se parecía a la gente de Olwë, excepto en el amor que sentían por el agua, y vivieron casi siempre junto a las cascadas y las corrientes. Mayor conocimiento tenían de las criaturas vivientes, de árboles y hierbas, aves y bestias, que todos los otros Elfos. En años posteriores Denethor hijo de Lenwë se volvió nuevamente hacia el oeste, y condujo parte de ese pueblo por sobre las montañas hacia Beleriand, antes de levantarse la Luna."
( El Silmarillion, J.R.R. Tolkien) Ya, ya lo sé, estoy de un tolkiendili que no hay quién me aguante. Pero es que llega el otoño, salgo al bosque, cierro los ojos, escucho y me siento la elfa que siempre quise ser. Luego llego a casa, me acurruco con mi pollo bajo la manta y releo por enésima vez el mejor libro del mundo. Si todo ésto no es amor, ya me diréis qué es. Hay muchos tipos de amor, no todos tan puros como deberían ( y, por tanto, no tan amor como dicen ser), pero esta vez quiero representar el amor por el sabor del agua helada de los arroyos, por el trino de los pájaros, por el tacto de la hierba, por el color del otoño, por el olor de la tierra mojada. Por la tierra, por la vida. Todo eso se nos ofrece sin más, está ahí para nosotros, sin pedirnos nada a cambio, salvo que permitamos que siga ahí para los que vendrán después. Amo la tierra y la quiero libre, la quiero salvaje, la quiero eterna. La quiero como la querían los Nandor, que eran como ella. No os perdáis las amorosas fotos del resto de compañeros, aquí. |
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