Como os comentaba en el post sobre el Madrid Photocreative, tuve la suerte de poder asistir a un taller de dos días con la genial artista Anka Zhuravleva, junto a un montón de gente increíble.
De allí me traje un puñado de fotos de las preciosísimas Elsa, Sara e Isabella, con ropa de Smile Vestidor y estilismo de Carolina Rodríguez. He aplicado algunos tips que nos dio Anka durante la parte de edición y, la verdad, estoy muy contenta con los resultados. Aún tengo que pulirlo y adaptarlo a mi fotografía más personal, pero he aprendido un montón, sin duda. Espero que os gusten!!!
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Fotografía de Mara/Manu. ![]() Hace unas semanas viví el lujazo de participar en uno de los encuentros creativos de Mara Saiz. Lo que hace esta mujer es increíble, no sólo hace magia en sus fotografías, su magia afecta también a los demás y sus obras. La esencia de estos encuentros me parece maravillosa. Nunca me había animado a un shooting sin más porque creo que no me sentiría totalmente cómoda. Pero es que Mara te cuenta una historia y, en cuanto la conoces, quieres contarla con imágenes. Así fue este encuentro, en el embalse de la Jarosa. Mara puso el marco, Elsa y Alba fueron las protagonistas ( sois geniales, chicas) y el resto del grupo colaboramos, nos apoyamos y le dimos forma. Entre todos, salió lo que Mara ha recogido en su blog y que podéis ver y disfrutar pinchando aquí. Ahora, con el texto de Mara, os dejo la historia completa tal y como la vi a través de mi cámara. En aquel momento sentí la necesidad de huir. ESCAPAR. Alejarme de la mujer que era para encontrarme de verdad conmigo. Era muy consciente de mis logros, de que en realidad tenía todo cuanto había deseado. Estaba cumpliendo mi plan de vida al pie de la letra, tachando cada vez más objetivos de una lista que me impuse y mantuve como motor de mi vida durante demasiado tiempo. En resumen, me había convertido en la mujer que siempre había querido ser. Pero algo fallaba. Mi propia rutina me ataba, me tenía secuestrada, presa. Creo que puedo decir que vivía encerrada en una jaula de oro, y lo peor de todo era que yo misma había construido cada uno de los barrotes. Aquella mañana cerré el despacho antes de lo habitual. Así, de repente y sin avisar absolutamente a nadie. Salí acelerada y subí al coche con una extraña sensación de miedo y liberación, con destino a ninguna parte, pero con la certeza de que algo me estaba esperando. Recuerdo que en la radio sonaba Chandelier, de Sia, y desde entonces esa canción se convirtió en una especie de himno en mi vida. Subí el volumen y conduje hasta que el cansancio pudo conmigo. Aparqué el coche junto a una pequeña carretera y caminé siguiendo las indicaciones hacia el pantano. Mientras caminaba, todo me sobraba. A cada paso me iba despojando de lo que hasta entonces habían sido los símbolos que me definían; mis tacones de aguja, mis gafas, las horquillas que escondían las ganas de mi cabello por enloquecer. Necesitaba sentirme LIBRE. Y a medida que me alejaba de mi vida, de mi jaula de oro, era como si cada vez estuviese más cerca de mí misma, de mi equilibrio, de lo que realmente soy, más conmigo, MÁS EN MÍ. Comprendí que era esa parte de mí la que me llamaba, la que me estaba esperando, la que en silencio y en la distancia me había acompañado siempre. Y por fin dejé de ignorarla para salir en su busca. Caminé descalza hasta la orilla del pantano para lavarme la cara, me arrodillé en una piedra y por primera vez casi desde que era niña, pude verme reflejada en el agua. Aquel reflejo era yo misma antes de comenzar a corromperme por dentro y a perseguir un ideal de mujer equivocado. El sueño se apoderó de mí y me quedé adormilada bajo un maravilloso árbol que reinaba en aquel paisaje. Soñé que mi reflejo salía del agua y me invitaba a levantarme. Juntas nos bañamos en el lago, danzamos... y aunque al principio estaba rígida, conseguí dejarme llevar, cerrar los ojos y flotar en la consciencia del reconocimiento, del volver a sentirme en armonía conmigo misma. Nos miramos, nos tocamos, reconociéndonos la una en la otra, sabiéndonos la misma persona: El cuerpo y el alma, la sombra y la luz, la forma y fondo. Me liberó de mis ataduras... Y DESPERTÉ. SIENDO YO. SIENDO LIBRE. SIENDO UNA. Supe que desde aquel momento, mi reflejo y yo caminaríamos para siempre de la mano. FIN. Es para morirse o no es para morirse lo BONITA que es esta fotohistoria? <3<3<3
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