Inicio y final de un ciclo que duró la friolera de 365 días.
24 días sin llevar la cámara constantemente conmigo, sin llegar a casa e ir directa al PC a procesar y subir la foto del día, sin desesperar algunos días por llegar la noche sin haber tenido aún ninguna idea decente, sin cargar con el equipo 10 horas cuando la fotografía la hice al amanecer. Algunas cosas no las echo de menos pero, en general, me ha dado mucha pena terminar este proyecto. No es nada nuevo y es algo común en todos los que hemos llevado a cabo un 365, pero es la verdad, se aprende mucho, muchísimo. Al enfrentarte a infinidad de situaciones, agudizas la mente y aprendes a manejarte en condiciones en las que nunca habías trabajado. Potencias la creatividad, la planificación, la composición de ideas en tu cabeza que luego querrás capturar con la cámara. Pierdes la vergüenza y te descubres fotografiando en lugares ( y en posturas) en las que antes no te hubieses atrevido ni loca. Pero, sobre todo, aprendes a mirar, a ver, a descubrir. Y eso es lo mejor porque, aunque quizá esté feo decirlo, los fotógrafos vivimos en un mundo mucho más bonito que el resto. Sabemos encontrar lo que es bello (a nuestros ojos, claro). No sé a vosotros, pero a mí me parece algo por lo que vale la pena esforzarse. Hay etapas duras y la maleta es pesada, pero el viaje vale la pena. Podéis ver el proyecto completo en Flickr, en Facebook y, dentro de nada, en esta misma web. Gracias a todos los que me habéis acompañado día a día, a los que habéis soportado mis locuras y pesadillas y, a los que habéis decidido emprender el camino, enhorabuena y a disfrutarlo :)
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Un año después, me quito las botas de las 365 fotografías y, descalza, dejo este proyecto.
Un año intenso, en el que me han pasado muchísimas cosas, cosas de las que habéis sido testigos a través de la foto de cada día. Me llevo un montón de imágenes, por supuesto. Pero me llevo, sobre todo, la disciplina que he adquirido, la motivación, esta rutina en la que innovar a diario, vuestros comentarios, los proyectos 365 que he visto surgir después, el perder la vergüenza a hacer cualquier foto en cualquier lugar, el retarme. Un año entero, aquí, día tras día. Sin faltar jamás a la cita con mi cámara, intentando faltar lo menos posible a mi cita con las redes. Por una parte es un alivio terminar, soltar un poquito la cámara, descansar las vértebras. Por otra parte me da mucha pena, es como acabar un libro con el que has aprendido y disfrutado muchísimo. Otros proyectos vendrán, las fotos nunca acabarán. Ha sido una grandísima experiencia y me ha encantado compartirla. Gracias por este año. A por lo que está por venir! Hoy no habrá coruxas, ni sapos ni bruxas, pero el moucho no hay quien me lo quite.
¡¡¡Feliz Samhain!!! |
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